En el cómic, el asunto parece relativamente sencillo. Un poco de reflexión, un chasquido rápido de los dedos y la bombilla imaginaria sobre la cabeza se enciende, señalando la llegada de un destello de inspiración. En la vida real, la búsqueda de la idea brillante suele ser más difícil. Sin embargo, no es pura casualidad. Mediante una gestión inteligente de las ideas, las empresas, asociaciones u organizaciones pueden crear una atmósfera en la que florezca la creatividad.
Ideación o inspiración empresarial son los nombres de los métodos que sirven de catalizador para la generación de ideas. Pero, ¿por qué están tan solicitados en la actualidad? "Cuando las ideas surgen de dentro, son muy auténticas y suelen encajar con lo que representa un club, asociación o empresa", explica Torsten Weber, profesor de la Universidad CBS y experto en transformación de la Liga Alemana de Fútbol (DFL). "Los socios o empleados de un club suelen ser la mejor fuente de nuevas ideas. Conocen las estructuras y, por regla general, también tienen la inquietud de aportar o seguir desarrollando algo para optimizar los procesos."
Sobre todo si las personas afectadas experimentan cierto aprecio. En este punto, Weber subraya la importancia de una cultura empresarial u organizativa orientada a los empleados. "En un entorno en el que se hace mucho por la satisfacción de los empleados, suele haber una disposición a ser innovadores y a seguir pensando. Ahí hay una correlación directa".
Mucho tiene que ver también con las emociones. Esto es tan cierto en las empresas y asociaciones como en el contexto de la sociedad en su conjunto. "En el futuro, será importante implicar e inspirar a los jóvenes. Puede que en los últimos años esto no haya funcionado tan bien. Pero la generación joven tiene ganas de volver a marcar la diferencia y hay que darles oportunidades innovadoras para que se desahoguen".
Si echamos un vistazo a Estados Unidos y a su estado modelo, California, veremos cómo puede funcionar. El famoso Silicon Valley alberga empresas como Meta o Google, que sirven de modelo a muchas empresas con su cultura promotora de la innovación.
Por ello, Google permite a sus empleados ser innovadores de diferentes maneras. Un ejemplo muy conocido es la regla 80/20. Anima a los empleados a dedicar el 80% de su tiempo de trabajo semanal a proyectos regulares. El 20% se deja para sus propias ideas y enfoques. Esto abre espacio para la innovación en todas las direcciones.
Como el estilo poco convencional del gigantesco Googleplex. La sede corporativa de Mountain View, parte de Silicon Valley, parece una mezcla de parque de aventuras y complejo turístico con todo incluido. Además de retiros para la siesta, hay un campo de minigolf, un campo de fútbol, un gimnasio y otras opciones deportivas. Al fin y al cabo, un entrenamiento compartido con los compañeros es una forma estupenda de filosofar sobre las tareas que tenemos por delante. Además, los empleados relajados y divertidos son capaces de rendir al máximo en el plano creativo, según se suele pensar.
"El deporte tiene un efecto unificador. Hace que la gente intercambie ideas", confirma Weber. "Y fomenta el juego, la competición, pero también el respeto mutuo. Esa es una base importante en el proceso creativo". El deporte es un sistema social en el que las personas trabajan juntas para conseguir algo: un objetivo, una victoria, una meta personal. Eso por sí solo puede ser muy propicio para la innovación. "Si quieres conseguir algo juntos, eso lleva a la comunicación".
Además, el deporte y la inspiración empresarial tienen un importante paralelismo. "En el deporte, hay que encontrar soluciones creativas para llegar a la portería o a la canasta de forma selectiva a través de la preparación del partido", dice Weber. "En la gestión de ideas no es diferente. Si quieres desarrollar un producto interesante o captar nuevos miembros, tienes que ser igual de creativo y selectivo en el proceso".
Lo que también habla en favor del deporte en el proceso creativo: parece sacudir literalmente las buenas ideas de los cajones. Y ni siquiera hace falta un partido sudoroso para poner en marcha la mente, además del cuerpo. A las células grises les encanta el movimiento. Bastan unos pocos pasos para ponerlas en marcha. Algunas técnicas de brainstorming se aprovechan de ello.
Una de ellas es el brain walking. Esta variante del conocido brainstorming es un método de creatividad en el que, por ejemplo, se distribuyen rotafolios en una zona determinada: en el suelo, en el hueco de una escalera o incluso al aire libre. Cada uno de estos rotafolios contiene una pregunta o un problema. A continuación, todos los participantes van de una estación a otra y anotan sus ideas en los respectivos puntos. El movimiento pone en marcha el cerebro y ayuda a que las buenas ideas despeguen.
Si quieres aumentar un poco el ritmo, puedes descalzarte las zapatillas de correr. Una vuelta por el parque inunda el cuerpo de oxígeno y estimula la creatividad. Pero no debes excederte. Si te quedas sin aliento, tu cuerpo tiene otras cosas de las que preocuparse, además de la próxima idea brillante.
Pero incluso con un nivel óptimo de movimiento, las reflexiones propias a veces no llevan a ninguna parte. Una salida del atolladero creativo pueden ofrecerla personas con ideas afines, siempre que se tenga contacto con ellas.
"Ya hay algunos buenos planteamientos de asociaciones y organizaciones deportivas", dice Weber. "La DFL, por ejemplo, tiene su propia plataforma de innovaciones tecnológicas en el deporte. Y la Confederación Alemana de Deportes Olímpicos ha creado la DOSB Knowledge Network para apoyar la gestión del conocimiento y las ideas. En este punto de encuentro digital, la gente puede ayudarse mutuamente e impulsar sus propias ideas".
La DOSB Knowledge Network está dirigida a todos los integrantes del sistema deportivo sin ánimo de lucro. Los usuarios no solo pueden acceder a los conocimientos de una amplia base de datos, sino también crear y comentar contribuciones o crear sus propios grupos.
Si nos fijamos en el deporte en sí, a menudo es el aspecto lúdico el que fomenta la creatividad. Sin embargo, también puede incorporarse provechosamente a los procesos de ideación sin actividad física. Esto ya lo ha reconocido un famoso fabricante de ladrillos de sujeción." Serious Play" es el nombre de una serie de sets LEGO que se utiliza principalmente en el mundo empresarial. "El público objetivo no son los niños, sino los departamentos de marketing o las consultorías de gestión", explica Weber.
Los respectivos paquetes no contienen instrucciones ni indicaciones sobre cómo utilizar los ladrillos. En su lugar, los participantes desarrollan estrategias empresariales prometedoras, formas de afrontar problemas y riesgos o una comprensión más profunda de los equipos y sus miembros en talleres moderados. Los modelos ensamblados pretenden ofrecer una mejor visualización y anclar las ideas en la mente: se vuelven prácticamente "asibles". En la construcción no existe el bien y el mal. Así que puede ocurrir que una tarea haga surgir diferentes puntos de vista, que son aceptados por todos los participantes.
Uno de los fundamentos de LEGO Serious Play, además del juego y la imaginación, es el construccionismo. Este concepto se remonta a Seymour Papert. El matemático y psicólogo demostró que las personas aprenden algo, especialmente cuando crean algo. Además de la cosa en sí, surgen sus propias teorías y nuevas percepciones. Estas, a su vez, permiten a los participantes construir cosas mucho más complejas en el futuro.
Quizás no ladrillo a ladrillo, pero sí paso a paso, VAUDE quiere seguir desarrollándose. "Steps" es el nombre del concepto de gestión de ideas de la marca de exteriores. Todo el mundo en la empresa puede publicar ideas a través de una intranet social, por escrito o con imágenes. Las sugerencias se comparten en la comunidad designada y es posible que otros las desarrollen directamente. Los buscadores de ideas de las distintas divisiones de la empresa acompañan el proceso. Pueden dar orientaciones o incorporar a las partes interesadas.
Ciertamente, la perspectiva de poder marcar una diferencia positiva es un cierto incentivo para participar en Steps. En VAUDE, sin embargo, seguir la corriente no solo da sus frutos a nivel emocional. Si una sugerencia se lleva a la práctica, todos los que participan en el proceso de innovación reciben los llamados puntos de innovación. Pueden acumularse y canjearse por diversos premios de un catálogo de recompensas. Un ejemplo destacado de una idea con éxito es la creación de un taller de upcycling en VAUDE. En los preparativos, un empleado de la fábrica propuso fabricar bolsas de la compra con materiales sobrantes.
"Creo que estos sistemas de incentivos son muy importantes y me gustaría que se aplicaran mucho más en asociaciones y empresas", afirma Weber. En última instancia, sin embargo, lo decisivo no es la forma de gestión de las ideas, sino la visión de conjunto. "Sin innovaciones ni nuevos enfoques creativos, no hay mejora ni optimización, sino una especie de estancamiento. Por eso es tan importante que ocurra algo en los clubes, las asociaciones y las empresas". Y pronto, esperemos, numerosas bombillas imaginarias se encenderán sobre las cabezas de los miembros y empleados de las asociaciones para indicar un destello de inspiración muy necesario.
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